Con Matarife triunfó el periodismo cloaca

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Nadie dice que en los medios de comunicación tradicionales todo sea perfecto. Pero nunca nos parecería lógico que ese deleznable estilo de periodismo mereciera premio alguno.

Por: Salud Hernández-Mora

Ganó el periodismo de cloaca. El del activista desenfrenado. El que desprecia la profesionalidad y se alimenta de espolear los odios viscerales que circulan por las redes sociales.

No sé si todos los miembros del jurado del India Catalina celebraron los dos premios que le otorgaron a Matarife o si alguno sintió pena. Espero que abrigaran un atisbo de vergüenza por ensalzar un tipo de trabajo que atenta contra la ética y la seriedad. Que promueve el amarillismo, el todo vale, como arma de manipulación informativa.

Hoy miles celebran los galardones porque el objetivo de las diatribas de Matarife es Álvaro Uribe. Pero habría que advertirles que en el futuro lamentarán que alguien realice un engendro parecido sobre un personaje de sus afectos. Porque al paso que vamos, en el nuevo universo de las redes, plagadas de noticias-mentira, de campañas de desinformación masiva, tarde o temprano imitarán a los endiosados ganadores del India Catalina y elaborarán un lanzallamas igual de efectivo.

Por lo que leí, fue el público el que otorgó los reconocimientos. Pero todo tiene un límite, y si un jurado no impone ciertas correcciones, más adelante se verán abocados a entregar una distinción a un movimiento nazi, a uno xenófobo o uno misógino. Porque Matarife demostró que el odio bien empaquetado, el que mezcla verdades con mentiras de manera inteligente, tiene muchas posibilidades de convertirse en un producto estrella. Aunque siempre será una afrenta al buen periodismo el que una serie-basura obtenga distinciones en un premio nacional.

Nadie dice que en los medios de comunicación tradicionales todo sea perfecto. Al contrario, cometemos errores, algunos terribles, y más de uno cae en la tentación de tomar partido y tergiversar información por exceso de mermelada, por meros intereses personales, por devolver favores al poder o por partidistas. Pero nunca nos parecería lógico que ese deleznable estilo de periodismo mereciera premio alguno. Por eso sorprende que el India Catalina, que ya de por sí suele inclinar la balanza hacia un determinado lado, haya caído esta vez tan bajo.

Supongo que ellos tendrán claro el modelo de información que les gustaría que se impusiera en el país, los ejemplos a seguir para los periodistas jóvenes. Si consideran que lo correcto y deseable es el sesgado, el manipulador, el que apela al odio y al insulto para multiplicar la audiencia, antes que el que propende por la objetividad, la independencia y el razonamiento honesto, será un error tremendo, pero están en su derecho.

En todo caso, no deja de ser frustrante que apostaran por un método informativo que, además, supone una amenaza a la democracia, según advierten reputados estudiosos de los medios de comunicación y las redes sociales. Llevan tiempo alertando sobre el peligro que representan ese tipo de productos efectistas que pueden hacerlos cualquiera que carezca de escrúpulos, sea hábil y posea algunos conocimientos de las técnicas audiovisuales.

Es indudable que tendrá garantizado un éxito como el de Matarife, máxime ante una audiencia compuesta en buena medida por una población joven, cada día más apegada a las redes sociales, que no reparan en la trayectoria del medio que siguen ni dedican tiempo a contrastar las noticias con otras fuentes. Razón por la cual resulta más fácil en la actualidad fabricar y difundir historias elaboradas con un coctel de infundios y medias verdades, y convertirlo en la Biblia.

En los 12 meses de pandemia, hemos sido testigos de los perjuicios que causan las falacias bien elaboradas sobre vacunas y tratamientos covid, apoyadas en supuestos argumentos sesudos, que se riegan por internet disfrazadas de noticias científicas. Resulta casi imposible desmentirlas, y aunque en ocasiones se logre, siempre dejan pozos de duda.

Cuando estamos a un año de las elecciones legislativas y las presidenciales, ya podemos augurar que más de uno acariciará la idea de recurrir a un arsenal de noticias falsas contra sus rivales. Y seguro que no les faltarán productores de basura y fórmulas eficaces para divulgarlas.

Con la pandemia imponiendo restricciones en los contactos personales y con unas televisiones que no abren sus puertas a todo el mundo de igual manera, serán las redes sociales el campo preferido para abarcar mayor audiencia. ¿Estarán dispuestos todos los candidatos a pactar unas normas mínimas de fair play?

Sería lo ideal, pero lo dudo, sobre todo ante un panorama con tanto aspirante de segunda fila que necesita llamar la atención y con quienes ya han demostrado en su carrera política que la mentira es parte de su juego cotidiano. Obvio que no todos querrán o podrán realizar un Matarife contra quien necesiten derrotar.

Pero ya el India Catalina santificó el método y comunicó al país que es tan legítimo ese pseudodocumental supuestamente periodístico como uno riguroso y serio. Abrieron la veda del todo vale con tal de tener éxito.

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