El Buen Comienzo que hace rato necesitaba “el Bronx” de Medellín

0
808

La sede comenzó a operar el lunes con 250 niños. Casi todos son hijos de migrantes y viven en inquilinatos cercanos. Vecinos dicen que la niñez estaba desprotegida.

El barrio no aparece en mapa alguno de la ciudad, pero su nombre está dentro del imaginario colectivo: el Bronx. No tiene fronteras fijas, ni un espacio definido. Sin embargo, está ahí, en el Centro, ocupado por cientos de inquilinatos y hombres desarrapados, de miradas perdidas, que deambulan entre desperdicios.

En ese lugar, dicen sus habitantes, también hay esperanza.
 
El nombre real del barrio es Estación Villa y su esperanza está puesta en la sede de Buen Comienzo que recién comenzó a operar y que ya beneficia a 250 niños de entre 0 y 5 años, muchos de ellos hijos de migrantes.

Pero la gracia está en los detalles. A ese hervidero que es Estación Villa, cuenta Milton García, llegó una vez un funcionario de Buen Comienzo. Milton es pastor de la iglesia Conquistadores del Reino, que lleva 50 años en “el Bronx”. El funcionario de Buen Comienzo se sentó a almorzar en Antojos del Pacífico, el restaurante de la iglesia. Interesado en el lugar, entró y conoció los amplios salones, la infraestructura generosa.
 
Cuando salió, contento de lo que había visto, le dijo al pastor que el sitio podría servir para una sede de Buen Comienzo. A Milton le sonó la idea, en especial porque sabía de las necesidades del sector y de la desatención de la primera infancia.
 
Unas diez personas de la iglesia comenzaron un barrido de ocho cuadras a la redonda. Fueron casa por casa, tocando cada puerta, entrando a las habitaciones e inquilinatos. “Hicimos una base de datos y nos dimos cuenta de que había 250 niños de entre 0 y 5 años. Muchos de ellos son hijos de migrantes, que viven en la informalidad, en habitaciones muy pequeñas. Entonces fuimos a la alcaldía y propusimos la creación de la sede de Buen Comienzo”, relata el pastor.
 
Según Milton, esos niños no tenían atención ni de la alcaldía ni del ICBF. Como sus padres trabajan en la informalidad, muchas veces los cargan por las calles.
 
El restaurante Antojos del Pacífico cerró sus puertas y los que allí trabajaban son los encargados hoy de manipular los alimentos para los niños.
 
A la nueva sede de Buen Comienzo aún no se puede entrar, pues los niños están en semana de adaptación. Pero un funcionario del lugar dijo que los espacios son amplios y adecuados. Comentó que, desde su experiencia, ha notado cómo la presencia de los niños transforma algunos sectores. Por ejemplo, la acera enfrente del jardín no se volvió a llenar de habitantes de calle.

A eso le apuntan en el barrio, dijo Milton, a que los procesos desde la primera infancia “transformen el territorio”: “No queremos que nos estigmaticen más”.

Por El Colombiano. Foto portada: Manuel Saldarriaga

Cuadro de comentarios de Facebook