HISTORIA DE LOS INMIGRANTES EUROPEOS QUE LLEGARON A RIOHACHA ENTRE LOS SIGLOS XIX Y LA PRIMERA DECADA DEL XX

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EL CONTADOR DE HISTORIA: Otra forma de mantener viva nuestra identidad

Muchas por no decir la mayoría de nuestros conciudadanos ignoran nuestra historia y por ende su verdadera identidad, en nuestro trabajo periodístico que incluye también el tema cultural y tratar de rescatar para la gente esta maravillosa historia, que nos revela quienes somos y de donde provenimos, nos hemos propuestos este trabajo, que ya hace parte estructural de nuestros productos periodísticos.

Durante la época de la Colonia la guajira se convirtió en uno de los territorios más apetecidos por los buscadores de fortunas y oportunidades, fue de esta manera y partir de sus grandes riquezas como desde muy temprano entramos a la dinámica brutal de la economía mundo, luego fue el destino de grandes e importantes éxodos europeos que vinieron a construir el país que hoy conocemos hace más de 200 años.

Los éxodos comprendían en su mayoría personas venidas a través de la isla de curazao, súbditos holandeses y judíos sefarditas, que dominaron el panorama de las migraciones por años hasta esta región.

Entre la segunda mitad del siglo XIX y la primera década del XX entraron por Riohacha muchos de los inmigrantes que luego se establecerían en la provincia de Padilla, Valledupar, Santa Marta y otras poblaciones del Caribe colombiano.

Llegaron judíos sefarditas de Curazao como Pinedo, Henríquez, Rois-Méndez, Álvarez Correa, Del Valle, Maduro, Aarón; holandeses de Curazao (no judíos) como Danies, Weeber, Van Leenden, Van Stralen, Illidge; franceses como Dangond, Lacouture, Lafaurie, Laborde, Bernier, Chapel, Dugand, Pavajeau, Cavelier; italianos como Gnecco, Berardinelli, Canova, Giovanetti; españoles como Daza, Castro, Cotes, Baute, Molina, Ariza; árabes (sirios, libaneses y palestinos) como Abuchaibe (entraron por Barranquilla pero hicieron toda su vida comercial en La Guajira), Bendeck, Nader, Namen y Habid, entre otros.

Durante gran parte del siglo XIX Curazao se convirtió en el principal socio comercial de Riohacha y los inmigrantes procedentes de esta colonia holandesa dominaban el comercio de la ciudad y su área de influencia. Hablaban varios idiomas como el holandés, inglés y español, lo que les daba ventaja sobre los comerciantes locales.

Rápidamente se hicieron dueños de barcos y mantenían transacciones entre Riohacha, Curazao, Venezuela, Estados Unidos y Europa. Estos comerciantes compraban y vendían licores, telas, víveres, muebles, materiales de construcción, café, madera, cueros de ganado, dividivi, palo de Brasil o tinte, entre otros. Fue tal la dinámica comercial de Riohacha con Curazao, que Holanda o Reino de los Países Bajos abrió su consulado en la ciudad desde 1856 y estuvo en funcionamiento hasta 1915.

La dinámica comercial de Riohacha estaba respaldada por la base productiva de la Guajira y Valledupar, que giraba en torno a la ganadería mayor y menor, sal marina, perlas y especies forestales como palo de tinte y dividivi. Así, en 1874 el hato ganadero del Territorio guajiro era superior a 311 mil animales, de los cuales 160 mil eran caprinos y 80 mil lanar. Por su parte, Las mayores producciones forestales y extractivas eran el palo de tinte, dividivi, palo moro, sal marina, cueros de vacunos y de caprinos, así como perlas. Esta producción terminaba mayoritariamente en manos de comerciantes extranjeros, quienes la exportaban a las islas de Caribe, Venezuela, Estados Unidos y Europa.

La bonanza forestal que se extendió durante toda la segunda mitad del siglo XIX, fue aprovechada por los comerciantes extranjeros en su mayoría, pero poco se irradió a cortadores y arrieros de la Guajira y zona de influencia de Valledupar. Estas especies forestales eran transportadas a lomo de mula, en una travesía que duraba ocho días entre Valledupar y el puerto de Riohacha.

En 1880, el geógrafo inglés F.A. Simons estimó la exportación de palo de tinte en 300 toneladas; la producción cafetera de Villanueva en 250 toneladas y la de cueros de vacas y chivos en 200 toneladas, todas destinadas al mercado de exportación. Los cueros se vendieron por 37 mil libras esterlinas.

La tecnología nacida de la revolución industrial permitió la plena de utilización del dividivi y el palo de tinte para teñir las telas que se producían en Inglaterra, Holanda, Francia, Estados Unidos y otros países industrializados.

Las conexiones comerciales y familiares de La Guajira con las Antillas Holandesas son de vieja data, muchas de las cuales se remontan al período colonial. Es así como desde la década de 1770 hay registros del comerciante de Curazao Gabriel Pinedo con Riohacha y Santa Marta, así como de otros tal como David Morales, Abraham Calvo y Salomón de Moses Maduro De Curazao procedía precisamente el comerciante que marcó la vida económica de Riohacha y gran parte de la Guajira entre las décadas de 1830 y 1880: Nicolás Daníes Palm, el hombre más acaudalado de la región guajira y el principal prestamista de Riohacha. Éste, junto con el español Antonio Cano, incursionaron en múltiples negocios, como la instalación de una casa de comercio a través del cual compraban “frutos de la tierra” como dividivi, cueros o palo de Brasil, para exportarlos a Europa. También tuvieron almacenes y sirvieron de prestamistas.

Daníes adquirió bienes inmuebles en Riohacha, Curazao y Bogotá, así cómo una hacienda y un trapiche en Dibulla. También proyectó la construcción del ferrocarril Riohacha-Valledupar en 1846, varios años antes de la construcción de los ferrocarriles de Panamá, Barranquilla y Santa Marta. Por su parte Cano obtuvo la concesión para explotar las salinas de Barlovento, compró barcos, fue nombrado vicecónsul británico en Riohacha y formó sociedad con el comerciante noruego Goerge W. Shellme, constituyendo la casa comercial Cano & Shellme Cía. Una vez organizó sus negocios en Riohacha con esta nueva sociedad, viajó y se radicó en París a partir de 1870. En la capital francesa conoció al joven Francois Víctor Dugand, a quien le ofreció participación en su empresa como socio y la administración de sus negocios en La Guajira, como una forma de interesarlo en el viaje a Colombia.

Daníes llegó a Riohacha hacia 1830 y en esa ciudad murió en 1881, descartando siempre la posibilidad de mudarse a otra ciudad con mayores comodidades. No sucedió así con sus once hijos, quienes se diseminaron por Bogotá, Santa Marta, Cartagena y Curazao, con excepción de un solo hijo que se quedó en Riohacha. La fortuna de Nicolás Daníes se calculó en 447.315 pesos al momento de su muerte en 1881, considerable si se compara con los hombres más ricos de Santa Marta. Nicolás Daníes se casó con Margarita Kennedy, y tuvieron once hijos, todos nacidos en Ríohacha. Su hijo Nicolás Daníes Kennedy (el menor de los varones) fue quien asumió los negocios familiares una vez muerto su padre. El testamento de Joaquín de Mier y Benítez registró propiedades y otros bienes por 66.224 pesos, mientras su hijo Manuel Julián de Mier aparece con 39.380 pesos. De todas formas, las comparaciones entre estas cifras absolutas hay que tomarlas con reserva, ya que en las casi dos décadas que pasaron entre la muerte de Joaquín de Mier y Nicolás Daníes (1862 y 1881) se dio en Colombia un proceso inflacionario, que se inició luego de 1860 y se aceleró en el período 1887-1899.
En esta nueva entrega nos permitimos mencionar a los que consideramos tuvieron la mayor influencia y la mas destacada relevancia entre los grandes cerebros y empresarios que en esa época entraron por el puerto de Riohacha a La Guajira y al Pais.
En síntesis, por la guajira entro la diáspora de Europeo y Árabes que luego construirían y desarrollarían al pais, sus mentes y talentos le dieron forma a la industrialización y el sistema empresarial que arranco el desarrollo en Colombia.

Por: Federico Acuña Mendoza Ing. Industrial-Periodista e Investigador

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