Los profesionales que salvan vidas: “mano de obra barata” y temporalidad extrema

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Durante la pandemia, el personal sanitario que está al pie del cañón luchando contra el coronavirus también tiene que luchar contra la precariedad laboral y las deficiencias en el propio sistema de salud.

Detrás de aquellos aplausos de las ocho de la tarde en ventanas, terrazas y balcones, detrás de aquellas muestras de solidaridad —puntuales y solidarias pero ya casi olvidadas— se encontraban los sanitarios expuestos al coronavirus que, en muchas ocasiones, trabajan en condiciones de riesgo y precariedad.

Sin apenas material de protección suficiente y con una gran desorganización de las direcciones durante los primeros meses de pandemia, mucho personal sanitario tuvo que alargar turnos de hasta 14 horas y asumir desplazamientos de varios kilómetros porque no sabían hasta el mismo día el centro al que debían ir a trabajar o si ejercían su labor en atención primaria por el día y en hospitales por la noche.

La temporalidad en la sanidad también es significativa. Según el último informe de la Encuesta de Población Activa en 2019, hasta 134.400 profesionales del sector firmaron un contrato laboral con una duración inferior a un año. Lo que se traduce en que uno de cada cuatro contratos que firma la sanidad española dura menos de un año.

Respecto a los médicos y enfermeras, uno de cada tres de estos profesionales tiene un contrato temporal en España, según la Encuesta sobre la situación de la profesión médica en España, promovida por el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos y la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos.

Enfermeras precarias y poco reconocidas

Aunque el año 2020 ha sido declarado por la OMS como el Año Internacional de las Enfermeras y Matronas coincidiendo con el bicentenario del nacimiento de Florence Nightingale —considerada precursora de la enfermería profesional moderna y creadora del primer modelo conceptual de enfermería—, la realidad es que muchas de estas y estos profesionales trabajan en condiciones muy precarias.

El sindicato de enfermería SATSE ha denunciado la falta de reconocimiento salarial y las condiciones laborales de las enfermeras y enfermeros que trabajan en centros sociosanitarios, especialmente en las residencias de mayores, con sueldos de unos 1.000 euros al mes en los centros privados y en torno a 1.300 euros al mes en los centros públicos.

Además, la Comisión Europea está investigando a España por el abuso de contratos temporales a enfermeras a raíz de una denuncia presentada por el BNG y vinculada al Servicio Gallego de Salud (Sergas).

Inestabilidad laboral

Una de las profesionales que convive a diario con esta situación de precariedad es Leticia, enfermera interina en el hospital madrileño 12 de Octubre y socia de la Asociación Madrileña de Enfermería (AME). Se graduó en el año 2008 y, tras varios contratos temporales en España mientras estudiaba un máster en UCI y en Urgencias, se marchó a Inglaterra en el 2011. Allí, tras trabajar cubriendo huecos para dominar bien el idioma y la forma de trabajar, entró a una planta de hospital, después a una UCI de politraumatismos y finalmente se quedó trabajando en Urgencias, el lugar en el que siempre había querido trabajar. Con la llegada de las negociaciones del brexit se volvió a España y su estabilidad laboral cambió por completo.

Pese a su experiencia, le ofrecieron un trabajo del 75% sin noches durante cuatro años sin posibilidad de mejora en una planta quirúrgica.

“Con ese sueldo me daba para poco y encima ni siquiera estaba trabajando para lo que yo me había formado y tenía experiencia. Aguanté un año y rechacé la plaza, por lo que me penalizaron”, explica a Público.

leticia
Leticia posa en la entrada del Hospital 12 de octubre.

Nosotras no podemos rechazar una plaza porque nos penalizan y nos mandan al final de las bolsas de empleo durante un año. De hecho, si te llaman dos veces por teléfono y no lo has cogido, directamente te penalizan. Conozco personas que han estado en el metro sin cobertura y al salir se habían quedado sin plaza por no haberlo cogido”, cuenta.

Durante el año de penalización por renunciar a la plaza, Leticia estuvo preparándose las oposiciones que salieron en 2019 y cubriendo bajas. En 2020 la llamaron para trabajar en el quirófano de maternidad en el Hospital 12 de Octubre durante año y medio, puesto que ocupa en la actualidad.

Con la llegada del coronavirus, Leticia comenzó a trabajar como enfermera en la UCI del Hospital 12 de Octubre.

“Ya estábamos escuchando que en otros hospitales estaban moviendo al personal a las UCI. A mí me llamaron un viernes, entré a trabajar un lunes a la UCI —que todavía no era covid— y el jueves 12 de marzo ya se había convertido en una UCI covid. Recuerdo el entrar por el pasillo ver a muchísima gente moviéndose muy rápido, a muchos pacientes y muchas alarmas sonando. Pensé ‘Dios mío, no me ha dado tiempo a asentarme, ni ver bien dónde estaban las cosas’, pero, como todos mis compañeros, me puse a trabajar”, recuerda.

Leticia pone en valor la labor de sus compañeros que ayudaron a aquellos sanitarios que no trabajaban en UCI, pero que debido a las circunstancias se habían trasladado para luchar contra el coronavirus.

Explica que la temporalidad y la forma de contratación en España es uno de los pilares en los que se basa la precariedad del sistema sanitario.

“No poder elegir dónde trabajas, ni siquiera el turno, hace muy difícil la conciliación. Cuando me dieron aquel contrato a jornada parcial me sugirieron que aprovechase y tuviese hijos, pero yo no quiero organizar mi vida ni mi maternidad alrededor del contrato que te toque en la bolsa de empleo… Nos falta mucha gente trabajando en las plantas, hay muy pocos puestos específicos para que las especialidades que ahora mismo existen se incorporen a trabajar porque ahora mismo tener una especialidad ni siquiera te garantiza que vayas a trabajar de esta especialidad”, explica a Público.

Los MIR, al pie del cañón contra el coronavirus

Los MIR también están demostrando todas sus capacidades en esta pandemia, afrontando la sobrecarga asistencial del sistema sanitario, en un periodo considerado como formativo y con unas condiciones laborales precarias.

De hecho, el pasado 13 de julio, iniciaron una huelga con carácter indefinido para intentar forzar a la Consejería de Sanidad de Madrid a negociar un convenio colectivo que mejorase sus condiciones laborales y acabase con situaciones como los turnos que consideran abusivos o la atención a pacientes sin supervisión de un médico.

Según la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid, los médicos residentes de Madrid son “los segundos peor pagados, sólo por detrás de las Islas Canarias”. Además, aseguran que son utilizados como “mano de obra barata” por los hospitales, que en muchos casos les obligan a trabajar “sin libranza tras guardias de 24 horas” y atender pacientes “con limitada o nula supervisión de un médico adjunto”.

Sergio —nombre ficticio para preservar su identidad— es residente de traumatología en un hospital de Castilla-La Mancha desde hace tres años. Trabaja un total de 35 horas ordinarias a la semana y a esas horas les suma seis guardias mensuales de 24 horas (144 horas al mes). Cuando llegó la pandemia se presentó voluntario para ayudar en la UCI apoyando de forma logística a sus compañeros.

Una fotografía de Sergio trabajando
Sergio trabajando.

“Me dedicaba a ver las analíticas, a informar por teléfono a los familiares, ayudaba a cambiar de posición a los pacientes… hacía un trabajo más logístico para ayudar a descargar a mis compañeros. A mí me daba auténtico pánico que me dijeran que me pusiese a ver pacientes con patología covid cuando mi especialidad no tiene nada que ver y llevo tres años dedicándome a algo muy distinto. He tenido compañeros en Madrid que han tenido que hacerlo y no es fácil sentirse capacitado para ver pacientes de ese tipo estando sólo”, explica a Público.

El salario base de los médicos residentes oscila entre los 1.100 y 1.200 euros, como es el caso de Sergio. Con las guardias el salario puede sumar unos 2.200 euros mensuales.

“El mínimo de guardias que debemos hacer son tres y el máximo son seis, pero yo he llegado a hacer hasta siete y ocho guardias mensuales. Al final si sumas las horas de guardias te salen casi las mismas que las que hacemos de forma ordinaria y con las guardias se maquilla el sueldo, aunque no puedes comparar el sueldo de un MIR de primer año con el sueldo de un MIR de cuarto porque, cada año que pasa, el sueldo nos aumenta un poco más”, explica Sergio.

Sergio explica que los MIR llevan mucho peso en cada servicio y que la responsabilidad que asumen en su día a día con respecto al sueldo, hace que los salarios sean muy bajos. “Nosotros estamos operando personas y tenemos vidas en nuestras manos”.

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