Cartel del Covid !!!

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Durante el fin de semana el insomnio fue una constante, hoy puedo asegurar que es la ira la que no me deja conciliar el sueño.

Los últimos días he tratado de entender de donde provienen los señalamientos sobre un cartel de COVID, señalamientos que por supuesto se han llevado por los cuernos la buena reputación médica y les ha costado amenazas y agresiones.

He leído, he buscado, he preguntado, y aunque hay múltiples denuncias en medios de comunicación respecto a la negativa de entrega de cuerpos bajo el argumento de fallecimientos sospechosos por COVID; no veo la publicación de una denuncia formal ante las autoridades para que se inicie una investigación, o si las han interpuesto, las autoridades han preferido no pronunciarse.

En medio de mi desvelo empecé a leer publicaciones, y encontré particularmente una del Señor Felipe A. Priast, a quien no conozco pero sí he leído, precisamente por que varios de los médicos con quienes tengo contacto en esta red social han compartido algunos de sus escritos.

Admito de antemano que me resulta chocante la forma en que se refiere a los médicos en su publicación del día 22 de Mayo, a la que ha titulado “El holocausto colombiano”.

Copio unos apartes tomados de su publicación en Facebook, y a los que haré referencia posteriormente.

“¿Están matando a gente para pasarla como víctimas de COVID-19 y cobrar por el jugoso tratamiento y la posterior incineración del cuerpo? ¿Están clasificando otras patologías como COVID-19 para cobrar el tratamiento y hacer caja? ¿Están extrayéndole algunos órganos a los cuerpos antes de incinerarlos para traficar con ellos?
Cuando una sociedad comienza a traficar con la muerte, como al parecer lo está haciendo el sistema de salud colombiano en estos momentos, a uno le queda la sensación de que estamos entrando en otro estado mental, en otro grado de civilización en donde el canibalismo y el asesinato con palos y piedras están a la vuelta de la esquina”.

“Un médico ya no es un puntal de la sociedad civilizada sino un traficante de órganos; un galeno ya no se rige por los principios del juramento hipocrático sino por los principios del General Montoya y sus falsos positivos. Un doctor ya no es un hombre de ciencia sino un pobre guachimán administrando un tenderete para vender chucherias de bazar. La medicina, en general, ya no es una ciencia sino un negocio ilegal digno de gente del bajo mundo.”

“Y todavía no ha salido el primer médico en Colombia que proteste por lo que está pasando, o que denuncie este tráfico horrendo de vidas humanas para cobrar una recompensa”.

“Tengo un ex-cuñado médico e innumerables amigos médicos, pero ya no me aguanto más, toca decirlo: ¡LOS MÉDICOS EN COLOMBIA VALEN UN CARNAVAL DE MONDÁ!, son unos mercachifles que solo piensan en el billete.
¡Matasanos hijos de puta! ¿En donde está el médico decente que salga y denuncie el “Cartel del Covid” con el que se están enriqueciendo las EPS y las clínicas privadas de Colombia?”.

Leer al Señor Priast me ha hecho comprender el discurso que deben adoptar las personas que se atreven a agredir y amedrentar a los profesionales de la medicina.

Considero importante hacer algunas precisiones respecto a lo escrito por el señor Priast, no solo porque encuentro su discurso salido de tono e irrespetuoso, incluso con quienes dice que son sus amigos; sino además para que la visión parcializada de los hechos y del sistema de salud, no siga nublando la capacidad de análisis crítico que como ciudadanos deberíamos tener.

1. Incurre en un error el Señor Priast cuando menciona que en este momento el sistema de salud está traficando con la muerte; la verdad sea dicha, este sistema se lucra de la muerte desde el año 1993, cuando fue expedida la ley 100, que estuvo encargada de mercantilizar la atención de la salud de los colombianos.

Indicar que el sistema falla o falta a su moral en este momento, es negar que este sistema de salud le ha fallado por más de dos décadas a todo un país, y principalmente a sus trabajadores.

Probablemente sus amigos médicos le han comentado sobre la vicisitudes que enfrentan a diario por la escasez de insumos y medicamentos, por los incumplimientos constantes en el pago de sus remuneraciones y las extenuantes jornadas de trabajo que en ocasiones superan las 24 horas continuas.

Si el Señor Felipe no conoce este lado de la moneda, el de la miseria, el abuso y el maltrato de que son objeto los médicos del país; sería bueno que en un ejercicio de sinceridad y confianza se sentara a cuestionar a sus amigos sobre el por qué le ocultan una verdad de peso.

2. Ningún médico en Colombia se levanta de su cama, con el cuerpo congelado por el miedo, se baña, se viste y se dirige a una clínica u hospital en el que deben portar trajes y equipo de bioprotección que sofocan, aprietan, magullan y hasta dificultan la movilidad, con el firme propósito de matar gente.

La respuesta a su pregunta es ¡No!
Los médicos del país no están matando gente; por el contrario, junto a todo su equipo humano de apoyo asistencial, son la única esperanza de vida para los pacientes que habiéndose agravado por razón del COVID, tienen que ser conectados a un ventilador mecánico.

Infortunadamente, no le puedo dar la misma certeza de transparencia respecto a la incineración de los cuerpos que también menciona; porque mire usted lo curioso Señor Priast, el médico nada tiene que ver con los acuerdos, los auxilios o los pagos que las instituciones reciban para asuntos funerarios. El médico de la primera línea se ocupa de preservar la existencia de sus pacientes; los trámites funerarios por razón del COVID son estrictamente institucionales, y ahí quizás sí hayan más intereses económicos que no se han empezado a revisar; pero a los que nadie hace referencia porque ya existe un chivo expiatorio a quién culpar.

3. Tampoco cobran o reciben incentivos por diagnosticar COVID, es más, les adeudan meses de salario (hasta años), y aunque las EPS siguen recibiendo juiciosas sus recursos, en las IPS públicas y privadas nunca hay el dinero suficiente para pagarle al médico lo que le deben, ni para actualizar sus remuneraciones desde el año 2001, y mucho menos para pagarles lo Justo por tener que asumir las consecuencias de señalamientos tan irresponsables como los que el Señor Priast hace.

Me atrevo a pensar que el Señor Priast desconoce que los trabajadores de la salud son objeto de carruseles de contratación, de liquidaciones de EPS e IPS que nunca responden por las acreencias de sus trabajadores y contratistas. Desconoce también que son los médicos los que surten de su propio bolsillo los alimentos, insumos y medicamentos que requieren sus pacientes en los hospitales de muerte que ha construido el sistema de salud.

4. Es completamente desafortunado e incomprensible que Usted compare el actuar médico con el delito inexcusable de los falsos positivos. Los médicos no cargan neveras portátiles con órganos para traficar, ni les pagan por cada diagnóstico, mucho menos por cada muerto.

En el caso de los médicos no hay interés en recibir dinero a cambio de delinquir, si no me cree, no es necesario revisar sus extractos bancarios, basta con buscar sus reportes en las centrales de riesgo financiero.

Imagínese que esta gente (los médicos que señala de asesinos) ya no tienen ni para pagar la cuota de la tarjeta de crédito con la que mercan cada quincena. Y cómo le parece que con la tarjeta profesional no les fían ni en la tienda, ni en los supermercados, ni en las amplias superficies.

5. Ningún médico ha salido a denunciar el presunto “tráfico horrendo de vidas humanas para cobrar una recompensa”, porque no están enterados del tema, porque no es a ellos a quienes les untan las manos de Plata. Los médicos se han dado cuenta de las acusaciones que Usted menciona, porque los están amenazando de muerte y los están agrediendo en sus lugares de trabajo.

Han sido los médicos, señor Priast, quienes han denunciado carteles absurdos dentro del sistema, han denunciado interés políticos y hasta han tenido que optar por el exilio para salvaguardar la integridad de sus familias; pero sus amigos médicos y su ex cuñado tampoco le han hablado de esto.

6. Señor Priast, a pesar de las abismales diferencias que tenemos Usted y yo respecto al rol de los médicos en el país, que para mí son irreemplazables e indispensables; si tenemos algo en común, ambos los hemos señalado, los hemos acorralado y los hemos puesto en la palestra.

La sutil diferencia es que yo lo he hecho infinidad de veces para obligarlos a que se defiendan, a que exijan un trato digno; pero usted lo ha hecho para mancillar una profesión loable y para ponerlos en un peligro inminente.

Ojalá sus amigos médicos y su ex cuñado logren entender sus acusaciones y cuestionamientos, porque a ellos los va a necesitar en el evento de una enfermedad, y así no le entendieran, tampoco se van a negar a atenderle, porque contrario a lo que usted piensa, el juramento hipocrático no es ni será carreta.

Por último, porque también toca decirlo, puede Usted comerse solito todo el carnaval de mondá con que ha comparado a los Médicos… y ojalá quede satisfecho.

Carolina McCormick
Abogada

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