GRUPOS ARMADOS ORGANIZADOS

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Primeros acercamientos…Y lo dejaron colgando
Infortunadamente ha fallado la comunicación, y eso hay que decirlo con respeto, pero con franqueza. No es la primera vez que ocurre, ni en este gobierno ni en las administraciones recientes. Por paradoja, el uso inadecuado de las tecnologías y las redes sociales ha desmejorado la comunicación gubernamental con la ciudadanía. En épocas no muy lejanas, los presidentes y ministros, lejos de improvisar, preparaban sus intervenciones públicas, previo acuerdo en el interior del Gobierno, fijando posiciones oficiales en un solo sentido, sin confusión, sin contradicciones internas. No se tenía que aclarar al día siguiente. Tratándose de asuntos de extraordinaria importancia, las decisiones y políticas gubernamentales se comunicaban de manera directa por el presidente de la República, como jefe de Estado y de Gobierno, llamado por la Constitución a fijar pautas, coordinar y dirigir.

El episodio restó credibilidad a la Administración, desconcertó a la Fuerza Pública y generó desconfianza, a nivel interno e internacional, sobre el proyecto de paz total.

En una democracia, la información completa y veraz es indispensable en las relaciones entre gobernantes y gobernados. Se trata de un derecho de doble vía, como lo ha expresado la Corte Constitucional. El Gobierno tiene el derecho y el deber de informar a la ciudadanía sobre las cuestiones de interés general, y ella tiene derecho a exigir que se la informe con claridad, veracidad y certeza.

Como lo expresé en su momento en reportaje con EL TIEMPO, algo que incidió decisivamente en el triunfo del No’ en el plebiscito del 2 de octubre de 2016 fue la deficiente e incompleta comunicación sobre el contenido del Acuerdo Final. En realidad, muy pocos de los votantes habían leído el voluminoso texto de casi trescientas páginas, y ello condujo a que unos y otros –en redes sociales y en grupos y círculos de WhatsApp– le atribuyeran ventajas o consecuencias inexistentes, a lo cual se añadía que se votaba en bloque –por todo el acuerdo–, sin poder seleccionar los puntos, como sí es posible en el referendo. A muchos les faltó información, y otros la recibieron distorsionada.

En la actualidad, los presidentes, ministros y funcionarios –no solo los colombianos, y hasta el Papa– hacen uso permanente de los trinos. Y, dado el número limitado de caracteres, no es extraño que lo escrito se preste para equívocos y sea necesario rectificar o borrar lo escrito, como nos tocó hacerlo a quienes habíamos apoyado el anunciado cese del fuego.

Los gobernantes tienen a su cargo tan altas responsabilidades que, sin perjuicio de su libertad de expresión, cuando se trata de asuntos tan delicados y difíciles, deberían preferir el lenguaje tradicional de los comunicados y las alocuciones oficiales, sin precipitarse, apresurarse ni improvisar.

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