LA BARCA DE CALDERÓN

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Por William Calderón Zuluaga

Haciendo memoria*

Sin entrometernos en los entresijos de la discusión que generó el ex canciller Alvaro Leiva sobre la posibilidad de que el presidente Petro pueda convocar por decreto, una asamblea constituyente con base en el Acuerdo de la Habana, suscrito por el presidente Juan Manuel Santos con un sector de las fuerzas armadas revolucionarias de Colombia FARC, queremos apelar a nuestra propia memoria y a la verdad histórica, que ahora tratan mañosamente de oscurecer y de ocultar.

Recordar es vivir…

Como sabia y premonitoriamente lo expreso el constitucionalista Juan Climaco Giraldo Gomez, despues del triunfo del NO, el dos de octubre de 2016…El atolladero en el cual tiene dos claros responsables, así a muchos les mortifique que lo digamos con entera certeza:
Son en su orden, el expresidente Juan Manuel Santos, y en la ambiciosa búsqueda del discutido premio Nobel de Paz firmó un acuerdo lleno de exageradas gabelas e impunidades para ese grupo subversivo, y su temible diligencia, responsable de los más atroces delitos y violaciones a los derechos humanos, durante más de 50 años de sangre, muerte y violencia, en una guerra suicida y despiadada.

El otro responsable…

Y el otro gran responsable el expresidente Alvaro Uribe, quien luego de la impensable y sorpresiva victoria del NO, en lugar de defender con valentía esta soberana determinación del pueblo colombiano en las urnas, que sepultó el acuerdo Santos FARC , se traslado al palacio presidencial en compañia de ötros y “0tra” para negociar la rotunda victoria del NO…Es decir se le entregó al gobierno en bandeja de plata lo que era un inapelable fallo de la soberanía popular de la que tanto hablan ahora, al unisono, tanto el régimen Petrista y la opocision fallida, que se mueve entre la incertidumbre y el desconcierto, como una inquieta culebra sin cabeza, y sin líder prestigioso, acatado y reconocido.

Al dia siguiente

Si al día siguiente de la decisoria victoria del NO, Uribe y sus amigos en lugar de prestarce para remendar el acuerdo en los pasillos del palacio presidencial, permitiendo que se desconociera la voluntad soberana de los Colombianos en las urnas otro hubiera sido la suerte de esta tragedia institucional… La gente libre voto por el NO, enfrentando la corrupta maquinaria del gobierno Santos, y el poder intimidatorio de las armas de la guerrilla en las más apartadas regiones de nuestro país. Inconcebible entonces que Uribe y sus amigos hubieran entregado semejante hazaña histórica,’ a decisiones posteriores de un congreso, manipulado como ahora, por la vendimia de puestos, contratos y prebendas por los cristos y los anticristos del régimen de entonces tan listos traviesos como los Vel–ascos, los Olmedos y los Jaramillos de ahora.

Otra hubiera sido la historia…

Si Uribe y el resto de partidos y movimientos invitaron a votar por el NO, si hubieran lanzado a la plaza pública a defender la decisión soberana, en vez de entregarla a los zapateros remendones de un congreso comprado por los alfiles de Santos, otra hubiese sido la historia de semejante equivocación irreparable, cuyas terribles consecuencias seguimos pagando con la destrucción del estado de derecho y de la democracia, los Colombianos adoloridos e indignados de la mayoría silenciosa.

Como diría el mariscal Alzáte Avendaño…

El asunto entonces es establecer, en esta coyuntura crítica del destino Nacional, la responsabilidad de los desastres que padecemos los colombianos de este tiempo… Lo otro es pretender que en actitud suicida , mueran todos los actores de la política del presente, como pasajeros de un avión en emergencia, sin piloto y con el alma pegada de un inciso, como diría el Mariscal Alzate Avendaño, del acuerdo de paz o de los actos legislativos posteriores que pretendieron complementarlo o enmendarlo, luego de la fatal entrega del triunfo del NO por parte de Uribe y sus conmilltones del Centro Democrático.

El Petrismo intransigente

Lo más absurdo ahora es pretender, por parte del Pretismo intransigente una reforma Constitucional, unilateral y a la fuerza sin indispensable acuerdo Nacional, como también es absurda la actitud de quienes pretenden botar al mar las llaves de la reforma constitucional que se hace imperativa para la suerte presente y futura de Colombia, en temas tan cruciales como la justicia, el ordenamiento territorial, la descentralización y las normas que permitan corregir drásticamente la desigualdad, la pobreza extrema y la inaudita concentración de la riqueza y de la propiedad…Y sobre todo nuevas normas para combatir la corrupción con una audaz reforma política que proscriba el presidencialismo absorbente, como la maloliente dependencia del parlamento de las gabelas del poder ejecutivo, la reducción de la multitudinaria composición del congreso de la república, y el cambio definitivo de la nefasta cinrcuscripcion nacional para elegir el Senado de la República.

Como periodista independiente…

Como periodistas independientes, ajenos al repugnante florecimiento del leguyelismo santanderista, por cuenta de la ausencia de un liderazgo político respetado y acatado tanto en la oposición como en el gobierno, concluimos diciendo, ni constituyente a la brava ni mucho menos prohibir que se pueda reformar la Constitución, por una constituyente conforme a lo que dice la misma carta política, porque estaríamos burlando el derecho indiscutible de varias generaciones de Colombianos, a reformar, errores, contradicciones e inútiles instituciones de la ya vieja y gastada constituciónn del 91, que resultó no ser un tratado de paz y convivencia sino por el contrario fuente inexcusable de más violencia, corrupción, y de la crisis política y moral que hoy padece Colombia.

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