‘No queremos la verdad a cuentagotas’

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Emotivos discursos de familiares de desaparecidos en los actos de perdón por la toma del Palacio.

Por: JUSTICIA

Con las palabras de Héctor Beltrán, Francisco Lanao y Alejandra Rodríguez se dio inicio a las intervenciones del acto especial de homenaje y perdón por los acontecimientos de la toma y retoma del Palacio de Justicia, el 6 y 7 de noviembre de 1985.

Héctor Jaime Beltrán, padre de Héctor Jaime Beltrán Fuentes, mesero del Palacio, recordó que “importantes pruebas fueron destruidas en un pacto de silencio” y dijo que es difícil describir el dolor y la impotencia que los ha agobiado durante estas tres décadas.

“Estamos aquí en nombre de nuestros familiares desaparecidos por los militares. Aceptamos este acto público de perdón ordenado por la Corte IDH, pero consideramos que quienes deberían estar aquí son el expresidente Belisario Betancur, que nunca asumió la grave responsabilidad que le corresponde, sus ministros y la Cúpula Militar de la época que retuvo, torturó y desapareció a nuestros familiares”, señaló.

Por su parte, Francisco Lanao, esposo de Gloria Anzola, sostuvo que los oficiales condenados por estos hechos tienen una detención privilegiada, “lo que es una burla para las víctimas”. Afirmó que las condenas del coronel (r) Alfonso Plazas Vega y el general (r) Arias Cabrales “son fundamentales en el camino de la justicia”.

Lanao recordó que hace cinco años el presidente Juan Manuel Santos, durante la conmemoración de los 25 años del holocausto, se comprometió a que la verdad saliera a flote, pero –dijo Lanao– la impunidad sigue campante.

Alejandra Rodríguez, hija de Carlos Rodríguez Vera, administrador de la cafetería, recordó a los familiares que murieron esperando la verdad, pese a la lucha que emprendieron desde diciembre de 1985, un mes después de la toma.

“Hoy rendimos un homenaje a su memoria, a su valor y a su lucha (…). Este acto de hoy sólo tendrá valor si hay un verdadero compromiso del Estado por la verdad. No queremos la verdad a cuentagotas”, concluyó Rodríguez.

Mairé Urán, hija del exmagistrado Carlos Ignacio Urán, aseguró en su intervención que 22 años después del holocausto se enteraron que su padre salió con vida de la sede del alto tribunal custodiado por el Ejército a la Casa del Florero donde fue ejecutado.

“Su cuerpo fue lavado para ocultar el crimen. Al mentirnos nos crearon una herida de la que aún no nos recuperamos, y le crearon una herida a todo el país”, dijo Mairé quien estuvo acompañada por sus tres hermanas.

“El holocausto del Palacio de Justicia fue el inicio del debilitamiento de la Justicia por el militarismo. El militarismo es un camino inviable”, agregó.

Recordó que su padre había escrito seis meses antes de su muerte que la ruptura del proceso de paz generaría un mal mayor para el país. Sostuvo que era un “líder comprometido, defensor del diálogo y de la no violencia. Un hombre con grandes cualidades humanas que lo hacían alguien fácil de querer”.

“Carlos Urán fue un portador de alegría. Su risa mostraba esperanza y fe. Nuestro papá murió creyendo en el proceso de paz de Belisario Betancur”, agregó.

La hija de Urán concluyó diciendo que su familia ya no quiere hablar más de las omisiones del Estado, dijo que su única solicitud es “la verdad como mecanismo de sanación, que los autores directos e indirectos de estos crímenes reconozcan lo que hicieron”.

A su turno, Orlando Quijano, en representación de las víctimas de torturas en el Palacio, inició su intervención diciendo que “30 años parecen ayer (…). Hace 30 años las armas silenciaron las leyes”.

Durante su discurso añadió que la Corte de esa época “era de oro, una justicia intransigente contra la corrupción”.

“Todo esto se hubiera podido evitar, si no se hubiera retirado la seguridad del Palacio, si se hubiera escuchado al doctor (Alfonso) Reyes, si se hubiera negociado”, aseguró Quijano, sobreviviente de los hechos.

“El grito del cese el fuego del presidente de la Corte fue ahogado por los alaridos de las balas y los gritos de gol de los fanáticos del balompié”, dijo.

Sostuvo que en su caso le rompieron los documentos, su tarjeta de abogado e iniciaron los protocolos de tortura. “Me pedían que cantara, que no mirara, decían que yo hice los planos del Palacio para que entraran los guerrilleros”, recordó ante los asistentes al acto de perdón.

Además, afirmó: “Luego fuimos liberados, pero no estamos exentos al miedo. Esperamos que no se cumplan las amenazas que hace 30 años nos lanzaron”.

Agregó que fue la lentitud de la Justicia colombiana la que “extraditó el proceso a tribunales internacionales”. Sobre la reciente vinculación de 11 militares por los casos de tortura, manifestó que espera que ese proceso no se demore otros 30 años.

“El veredicto lo dará la historia, porque la justicia colombiana no pudo dar luz a este asunto”, finalizó.

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