POBREZA DEL LENGUAJE = POBREZA INTELECTUAL

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Por: JOSÉ CONSUEGRA – Médico cirujano, magíster en Proyectos de Desarrollo Social

Como padre, abuelo y, por supuesto, en mi condición de educador y dedicado al proceso de formación educativa, observo cómo el rendimiento de las nuevas generaciones en campos tan sensibles como la ciencia, la tecnología, las comunicaciones, etc., es inversamente proporcional al uso del lenguaje, lo que impacta negativamente sus capacidades para el pensamiento complejo y el desarrollo del conocimiento.

Al releer un texto que circula en redes sociales desde hace un par de años, atribuido al profesor y consultor empresarial francés Christopher Clave, consideré conveniente volver a reflexionar sobre los efectos negativos que tiene la pobreza del lenguaje en el aprendizaje y el conocimiento.

Este artículo hace referencia al efecto Flynn inverso, correspondiente al retroceso del nivel de coeficiente intelectual entre los miembros de una sociedad, causado por el empobrecimiento paulatino del lenguaje y su conexión directa con la capacidad de razonamiento. El autor señala que: “La desaparición gradual de los tiempos verbales da lugar a un pensamiento casi siempre al presente, limitado al momento: incapaz de proyecciones en el tiempo. La simplificación de los tutoriales, la desaparición de mayúsculas y la puntuación son ejemplos de ‘golpes mortales’ a la precisión y variedad de la expresión”.

Como padre, abuelo y, por supuesto, en mi condición de educador y dedicado al proceso de formación educativa, observo cómo el rendimiento de las nuevas generaciones en campos tan sensibles como la ciencia, la tecnología, las comunicaciones, etc., es inversamente proporcional al uso del lenguaje, lo que impacta negativamente sus capacidades para el pensamiento complejo y el desarrollo del conocimiento.

Penosamente, las oportunidades que nos brindan los adelantos tecnológicos para comunicarnos terminan siendo plataformas para masificar el uso errado, limitado e, incluso, tergiversado del idioma. Las palabras son acortadas a criterio de quien las escribe, las tildes son omitidas por completo y se tiende a obliterar la ortografía. 

Impresiona ver que la realidad actual se asemeja al mundo de George Orwell en su novela de ficción ‘1984’, publicada en 1949, sobre una sociedad distópica y totalitaria donde se impone el léxico de la ‘neohabla’, lengua ideada por el partido gobernante que elimina palabras para circunscribirse a las meramente indispensables, a fin de reducir las posibilidades del pensamiento y, así, mantener su dominación. 

Esta privación de la lengua impacta negativamente en el espectro cognitivo, como ha sido estudiado. Mi invitación no solo consiste en aprender a expresarnos y a usar el lenguaje en su plena riqueza sino, también, a motivar el hábito de la lectura como el mejor medio para enriquecer el lenguaje y el conocimiento y, además, ser capaces de mantener una excelsa comunicación, promover el pensamiento y gozar plenamente las maravillosas posibilidades de la cultura

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