¿Conviene ser apolítico?

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Nuestro móvil no debe ser tener la razón sino reflexionar y aproximarnos cada vez más a la verdad, la belleza y la bondad.

Una persona apolítica es aquella que no encuentra interés en la política. Es alguien que no aprueba ninguna de las posiciones e ideas políticas que conoce y por ello decide desprenderse de toda actividad política en su entorno. Esta es una actitud propia de quien desconfía del orden social existente y no ve salidas para alcanzar una sociedad más justa y humana.

Generalmente, una persona apolítica anhela un mundo mejor, pero su visión de la realidad lo lleva a concluir que no hay posibilidades de lograr ese mejor destino y como mecanismo de defensa bloquea las discusiones de temas políticos.

Hay dos peligrosos extremos del tiempo que vivimos que poco ayudan a superar el desinterés que los ciudadanos mostramos por la política. Por un lado, el relativismo moral hace que renunciemos a la búsqueda de la verdad y, por otro, el populismo que en su dogmatismo impone a la fuerza sus verdades destruyendo primero a sus opositores.

En ambos casos se termina gestando una realidad social de indiferencia o de intolerancia. Como ciudadanos debemos estar atentos a lo que sucede y promover aquellas ideas que encontramos convenientes, así como cuestionar o rechazar aquellas que estimamos nocivas para el orden social. Aspirar a la verdad, a la belleza y a la bondad son tareas irrenunciables de la especie humana. No por ser tareas complejas pueden ser negadas.

Hoy es importante hablar de filosofía política. Mientras que la ciencia política estudia como son las relaciones entre los individuos y el estado, la filosofía política se interesa por cómo deberían ser estas relaciones de poder y de autoridad. La justicia es el fin de todo ordenamiento social. Y si el orden social existente puede y debe ser mas justo, es casi incomprensible que como ciudadanos renunciemos al debate de las ideas en torno a cómo alcanzar, como nación, una mejor y más adecuada manera de vivir.

No podemos caer en el desinterés de quien se declara relativista moral y todo le da igual, ni en el dogmatismo de quien cree poseer plenamente la verdad y, por tanto, se vuelve populista, de izquierda o de derecha. La preocupación política es la mayor manifestación de amor a la patria. Es cierto, no siempre es muy alto el margen de maniobra que tenemos como ciudadanos.

Sin embargo, el debate de las ideas es el primer paso para la construcción de una mejor sociedad. ¿Hasta que punto es conveniente que en nuestros círculos sociales, hogares e incluso en nuestros chats tengamos prohibido hablar de política, de religión o de justicia social? Es tiempo que aprendamos a hablar unos con otros desde el respeto, la diferencia y con humildad para reconocer que el otro muchas veces tiene razón.

Nuestro móvil no debe ser tener la razón sino reflexionar y aproximarnos cada vez más a la verdad, la belleza y la bondad, conscientes de que para hombres y mujeres estas son inabarcables pero también irrenunciables.

Alejandro Moreno Salamanca – Director general Inalde Business School.

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