Semana por el Futuro del Suroeste

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Esta tercera semana de septiembre de 2020, cuando la pandemia sigue vigente entre nosotros y las libertades de movilidad se han vuelto a restituir, el cuidado de la salud recae en una decisión personal y familiar. Así mismo, después de haber vivido un repaso y segundo aire por la Paz, a instancias de la Diócesis de Caldas (con presencia pastoral significativa en el Suroeste), y de quedar claro este mensaje: lo que se Ama se Cuida, nos preparamos para recibir a la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales ANLA, con su Director Rodrigo Suárez a la cabeza.

Esta segunda visita de la ANLA al territorio se hace especialmente por solicitud de la comunidad que en la primera visita le dejó claro a los funcionarios de la entidad que el Estudio de Impacto Ambiental -EIA presentado por la Multinacional Minera AngloGold Ashanti AGA no contempla territorios como el de Támesis, cuyo corregimiento Palermo queda mucho más cerca de lo que sería la Megamina, que el mismo casco urbano de Jericó.

Lo que está en juego en esta segunda visita no es de poca monta, por el contrario, la posibilidad de entregar argumentos técnicos desde lo ambiental, lo social, lo cultural, lo económico y lo político representan para Jericó y el Suroeste la posibilidad de zanjar las apetencias de una empresa extranjera que, a punta de dádivas y bajo la sombrilla de una ONG creada por ellos mismos, ha querido a como dé lugar, ganar simpatías y lograr licencia social en una cultura que hasta hoy ha hecho gala de respetar el hito fundacional, cuando los primeros pobladores de Jericó invitaron a los mineros, mazamorreros y guaqueros a irse detrás de sus espejismos a otras tierras.

Desde lo ambiental se mostrará a la ANLA los costos que para los acueductos de la zona implicaría tener como vecino a un usuario minero, la contaminación del espacio, tanto por ruido como por huella de carbono, así como la inexistencia de la variable cambio climático en el EIA, que durante 14 años preparó la Minera. Amén de la afectación y pérdida de especies arbóreas, de reptiles, mamíferos, insectos, aves y patrimonio genético inmerso en nuestros bosques.

En lo social tristemente ya empiezan a notarse las secuelas de la presencia de la minera (aún sin iniciar la explotación), una sociedad polarizada y crispada, donde antes reinaba la solidaridad, la cercanía y la cordialidad. La presencia de la minera ha dividido a vecinos, amigos y hasta familias internamente. La preocupación por los factores de anomalía social que normalmente se acentúan con la Megaminería también harán parte de la exposición ante la ANLA: microtráfico, prostitución, tráfico de armas, exceso de motos y alcoholismo, entre otros males que se correlacionan con la actividad minera a gran escala, además de la diáspora de personas con culturas distintas que detrás de la ambición del oro, llegan a ocupar municipios no mineros.

En lo cultural habrá que indicarle a la ANLA que la cultura ha sido siempre referente para Jericó, que en medio de una comunidad agraria, campesina y pueblerina se ha cultivado siempre el regocijo del espíritu desde las artes, la literatura, la música, la poesía, la trova y las tradiciones manuales (el carriel por ejemplo) y culinarias. Tanto es el atractivo cultural de Jericó que el Hay Festival puso sus ojos en el municipio y ha llevado a cabo dos versiones.

Adicionalmente Jericó cuenta con la gracia de tener a la Santa Madre Laura, única santa colombiana, lo que dota a sus habitantes de un fervor religioso especial y sobresaliente.

La minería nunca ha hecho parte de la cultura y tradiciones jericoanas y entraría como un factor desestabilizador a romper lo construido, tanto que ya la Minera propuso enterrar a la Santa Madre Laura en un socavón. Tampoco se puede olvidar el impacto que generaría la actividad minera en el Museo a Cielo Abierto más grande que tiene nuestro país con los petroglifos embera que están allí en Támesis, justo al lado de la pretendida mina, como constancia e historia prehispánica de lo vivido por nuestros antepasados en estas tierras.

En lo económico se debe sopesar con detalle econométrico lo que se apaga, desacelera y pierde, prendiendo la “locomotora minera” en Jericó y el Suroeste. Las afectaciones al turismo, el café, los aguacates, los cítricos que representan vocaciones económicas reales y arraigadas, generadoras de riqueza, bienestar, empleo e impuestos para los suroestanos y que han crecido en consonancia con nuestros paisajes.

Sin arrancar, la mina ya bloqueó la posibilidad de asentamiento de un convento benedictino en tierras de la vereda La Soledad en Jericó. Sin iniciar la explotación ya la posible mina implicó que Comfama suspendiera la construcción y puesta en marcha de un Parque Ecoturístico en La Guamo, donde se generarían 1.500 empleos directos y la posibilidad de ser motor y padrino de otros emprendimientos turísticos, la Junta Directiva de Comfama conforme al estudio técnico de respaldo, determinó que su parque es incompatible con la megamina.

En reciente visita del Ministro de Agricultura a Támesis, CITRICAUCA le entregó un documento al ministro donde le explica los riesgos por contaminación y pérdida de condiciones fitosanitarias para exportación de los cítricos del Cauca Medio. Hoy los citricultores aportan 4.000 empleos que entrarían en riesgo prendiendo la “locomotora minera” y apagando la actividad citricultora.

Finalmente, en lo político, la posibilidad de autodeterminación en las decisiones del territorio se ve coartada y reprimida por la imposición de un título minero, que por encima del querer territorial trae consigo unos determinantes del uso del suelo y subsuelo que arrasan con las decisiones de concejos y alcaldes.

Desde lo político hoy no hay herramientas de coordinación, concurrencia y concertación, y excepto este mecanismo de licencia ambiental, las decisiones locales son desoídas y estripadas por un poder central que no conoce el territorio, no lo valora ni lo vive y su único interés es el de las regalías en un modelo de desarrollo extractivista del siglo XIX, que desdice del Estado Social de Derecho instaurado en Colombia a partir de 1991.

Lo político expresa el querer de una sociedad en cuanto a su cosmogonía valorada y construida, manifestada en sus formas de vida, mismas que ahora la minería quiere venir a cambiarnos, truncando una historia como pueblos agrarios, campesinos y cafeteros, que en el caso de Jericó, lleva 170 años de historia, misma que AGA quiere cambiar imponiendo su título minero.

Señores de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales ANLA, en minería se habla de Explorar y Explotar para luego Mitigar y Compensar. En Suroeste por el contrario hablamos de Preservar y Conservar para Sosterner y Regenerar. Hagan valer el Pacto Social acordado en Colombia a partir de la Constitución de 1991 y nieguen la Licencia Ambiental a AngloGold Ashanti haciendo notar que la libertad de elegir del pueblo, le da sentido a nuestra democracia.

Por Norman Correa Betancur
Defensor del Territorio
Miembro de la Mesa Técnica del Suroeste

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