Cada día 5 niños son víctimas de violencias sexuales en Antioquia

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El pequeño y frágil cuerpo de un niño de 1 año y 7 meses, llamado Bryan, soportó tratos degradantes y aberrantes. Era indefenso e incapaz de resistir; estuvo ocho días en un hospital, en estado crítico y, el 13 de mayo pasado, murió porque las lesiones eran tan graves que no pudieron salvarle la vida.
 
El hecho ocurrió en Bello y el padrastro fue capturado por su presunta responsabilidad. Las autoridades reportaron que el niño era alquilado para la mendicidad, estaba desnutrido, fue maltratado y habría sido víctima de un abuso sexual que, al parecer, fue determinante para su muerte.

Este caso no es aislado. Las cifras sobre violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes en Antioquia son escandalosas y dan cuenta de que cada día, en promedio, hay cinco víctimas. Solo entre el 1 de enero y el 30 de abril se tuvieron 670 reportes, de acuerdo con el Instituto Nacional de Medicina Legal, lo que ubica al departamento como el segundo lugar del país con más reportes después de Bogotá. Más crítico todavía es que ese número se enmarca en los 855 registros totales de presunto abuso sexual, de los cuales 185 fueron en contra de adultos.
 
Los datos son alarmantes. En 2021 la Fundación de Atención a la Niñez (FAN) recibió 1.373 casos de violencias sexuales contra menores de edad ocurridos en la región. Mabel Patiño, gerente del programa de esta entidad, Jugar para Sanar, contó que estos son remitidos por la EPS Sura, comisarías de Familia, el Icbf, la Unidad de Niñez de la Alcaldía de Medellín y otras entidades particulares. Asimismo, dijo que el 40% son niños menores de 10 años; el 30% niños entre los 10 y los 13 años; y el porcentaje restante, adolescentes.

Por lo menos en las cifras oficiales de Medicina Legal las niñas y adolescentes mujeres concentran la mayoría de denuncias, con 569 de los 670 reportes del primer cuatrimestre de este año en el departamento.
 
Sin embargo, Patiño contó que según su experiencia hay mucho subregistro y ausencia de denuncias respecto a los casos de los niños hombres, pues las familias sienten temor por el mito social de que un abuso en su contra está ligado con “afectar” su orientación sexual. Es decir, los hechos que vinculan a niñas son más denunciados, aun cuando en general sigue habiendo subregistro.

¿Hogares no protectores?

Entre los últimos casos que se conocieron está el de una niña indígena de 8 años, de El Bagre (Bajo Cauca), que llegó con graves lesiones al hospital municipal, porque un hombre de la misma comunidad, al parecer su tío, la habría abusado sexualmente. Fue tal la indignación que causó el hecho que la misma guardia indígena de El Bagre y Antioquia entregó al presunto responsable ante la justicia ordinaria para que lo judicializara.
 
Los casos de El Bagre y Bello dan cuenta de una realidad que también se mantiene alrededor de la violencia sexual contra los menores de edad: la mayoría de las veces los presuntos agresores son personas de la misma familia o amigos cercanos, incluidos abuelos, padres, padrastros, primos o tíos.

A Patiño también le llama la atención que entre los casos conocidos por la fundación se ha notado un aumento en las consultas de salud para planificación en menores de edad entre los 11 y los 16 años, lo que también podría ser indicio de una explotación sexual comercial con la condescendencia de la familia. A esto se suma, añadió la gerente, un incremento de adolescentes ofensores, es decir, menores de edad que cometen los actos de violencia sexual contra otros niños y niñas.
 
Aunque Patiño considera que hace falta más contundencia en las denuncias y la judicialización de estos casos, también cree que esto ha mejorado y que se están dando más sentencias favorables a los menores de edad víctimas.
 
En el transcurso de 2022, la Fiscalía General de la Nación ha informado sobre por lo menos 26 casos de violencia sexual contra niños, niñas y adolescentes que resultaron en medidas de aseguramiento o condenas a los responsables. Muchos de estos procesos corresponden a hechos ocurridos en años pasados y prima la tendencia de que son personas cercanas a los menores de edad, lo que va acompañado de amenazas y manipulaciones para que no cuenten sobre lo sucedido a otros adultos.
 
Por eso, Patiño y múltiples expertos han reiterado en la importancia de creer en los relatos que los niños hacen sobre un abuso sexual. “Sobre esa situación los niños no mienten porque saben que se van a meter en un problema, que va a generar daños en la familia, porque además han sido amenazados o chantajeados y cuando hablan es porque ya están muy cansados”, dijo.

Asimismo, recordó que las señales de un abuso no son solo físicas. Volverse muy silenciosos, encerrarse, sentir temor por una persona determinada, no querer ir al colegio, autolesionarse, volverse agresivos, tener problemas de apetito o cambios repentinos son señales para empezar a sospechar. Y, en cualquier caso, es fundamental creerles.

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