El futuro energético

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Algunos altos funcionarios de la administración Petro son devotos ambientalistas. Ellos están empeñados en detener la exploración de hidrocarburos en el país y con ello atentan contra el futuro de Ecopetrol, la empresa más grande de Colombia y la que genera casi el 60 % de nuestras exportaciones. La estatal petrolera tuvo una utilidad neta en 2021 de $16,7 billones y con los precios más altos del petróleo de 2022 proyecta obtener $34 billones. A esta gansa que pone huevos de oro los funcionarios aludidos pretenden torcerle el pescuezo, dejando a todos los colombianos pagando tarifas estrafalarias por su energía.

Lo más grave es que atentar contra la fuente principal de divisas del país puede generar una crisis cambiaria de vastas proporciones: una devaluación pronunciada, escasez y encarecimiento de importaciones incluyendo las de comida; además, arreciará la inflación, que ya está en niveles que no se veían desde hace muchos años, y se le cerrará el crédito externo al país ante tan deficiente administración de la política pública.

Las señales negativas que emiten los funcionarios aludidos sobre el futuro de Ecopetrol han propiciado la pérdida de su valor bursátil. Tras la elección de Petro, la acción viene cayendo en picada: el 13 de junio, antes de conocerse el primer resultado electoral a favor de Petro, la cotización de la acción de la estatal era de $3.300; transcurridos dos meses de mandato, al 13 de octubre, tenía un valor en bolsa de $2.210, una pérdida de un tercio de su valor bursátil.

Al respecto, Rudolf Hommes dijo lo siguiente: “Me pregunto si es responsable ad portas de una posible recesión y con alta inflación oponerse a la inversión en petróleo y gas. Si el problema va a ser ausencia de empleos y caída de ingresos que para los más pobres puede traducirse en hambre, ¿por qué impedir esas inversiones?”.

Como lo anota Jaime Tenjo, “el Gobierno pretende descarbonizar la economía transitando hacia el uso de energías limpias, pero no es claro cómo lo va a hacer. Se ha hablado de terminar o limitar la exploración de petróleo y gas, pero existe el peligro de que el país termine en el largo plazo importando estos recursos porque no le será posible desarrollar fuentes de energía limpia rápidamente”.

Si en verdad el Gobierno pretende embarcar al país en una transición energética hacia fuentes verdes, lo responsable es hacer primero inversiones en infraestructuras que transformen la radiación solar o aprovechen la energía eólica derivada de la fuerza de los vientos. Una vez tenga una capacidad de generación alternativa de energía, el Gobierno puede proceder a disminuir aquellas que polucionan, las térmicas que transforman aceites pesados en electricidad.

Algunos funcionarios del Gobierno a cargo de tan delicada función se han comportado de manera infantil, caprichosa por decir lo menos, anunciando la toma de decisiones radicales sin ser conscientes de las consecuencias negativas para todos que están desatando.

La perspectiva económica internacional es de recesión. El presidente Biden dijo que sería leve, pero lo hizo para calmar los mercados. No es, en todo caso, el mejor momento para estar jugando a frenar la exploración y la explotación de hidrocarburos, afortunado don que nos regaló la naturaleza y que no tenemos que despreciar ni dejar enterrado para bien de toda la humanidad, que no sabrá agradecernos ni compensarnos.

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