EL VOTO

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Certidumbres e inquietudes

No solamente es conveniente sino necesario -particularmente en momentos tan complejos y difíciles como los actuales- que quienes gozamos de la confianza de un medio de comunicación para expresar con regularidad nuestras ideas y opiniones dediquemos tiempo y espacio a la reflexión sobre el papel de cada ciudadano en la configuración de una sociedad viable y sostenible, en cuyo seno se puedan alcanzar los fines primordiales que persigue, y sea posible la convivencia pacífica. 

Hablamos de una función trascendental en cualquier democracia: la que cumple todo ciudadano cuando ejerce el derecho al sufragio. 

Colombia, dice la Constitución de 1991, es una democracia participativa, pluralista, solidaria, que busca la realización de un Estado Social de Derecho. Su artículo 40 consagra los derechos políticos. Declara que todo ciudadano tiene derecho a participar en la conformación, ejercicio y control del poder político, y que, para hacer efectivo este derecho, puede elegir y ser elegido; tomar parte en elecciones, plebiscitos, referendos, consultas populares y otras formas de participación democrática; constituir partidos, movimientos y agrupaciones políticas sin limitación alguna; formar parte de ellos libremente y difundir sus ideas y programas.   

En concordancia con ello, el artículo 258 constitucional reitera que el voto es un derecho y un deber ciudadano, y dispone que el Estado velará porque se ejerza sin ningún tipo de coacción y en forma secreta por los ciudadanos. 

Cuando se avecinan los comicios, para elegir a los miembros del futuro Congreso y al presidente y vicepresidente de la República, bien vale la pena que, desde esta columna nos dirijamos al ciudadano colombiano para que tenga en cuenta: 

-El voto, señor ciudadano, es su derecho inalienable. Nadie le puede impedir que vote. No está contemplado en Colombia como obligación, y por tanto no hay sanciones previstas por no sufragar, pero sí es un deber, su deber. Es el mecanismo democrático por excelencia, mediante el cual usted participa en la configuración del futuro de la sociedad. En esa medida, no votar es darle la espalda al interés colectivo y aceptar de antemano -sin tomar parte- que nos gobiernen y nos representen quienes no hubiésemos querido que lo hicieran, pero, si no hemos votado, nada podemos reclamar después, ni quejarnos, ante malas políticas, equivocaciones y corruptelas, porque fuimos inferiores al compromiso con nuestra sociedad. 

-Ese voto, señor ciudadano, es secreto. Usted no está obligado a revelarlo, y nadie lo puede forzar para que lo divulgue. 

-Su voto debe corresponder a un previo conocimiento de su parte acerca de las distintas opciones existentes. Usted debe esforzarse en conocer las propuestas, programas, antecedentes, credibilidad de los candidatos, y es usted quien debe tomar la decisión de votar por uno o por otro, sin permitir que nadie lo presione. Para eso, es indispensable que se informe y que piense, antes de sufragar. No vote por corruptos, ni por ineptos.

-No venda su voto. Usted es un ciudadano digno. No se humille ante el delincuente que le propone comprar su voto por unos pocos pesos o por un pedazo de comida, y que después querrá controlar su acto -por esencia, libre- para asegurar el resultado de la compra. No traicione a la sociedad, ni permita que sus familiares lo hagan. Denuncie al comprador de votos, y rechace la corrupción.

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