En Colombia hay 4.236 niños para adoptar, ¿por qué no encuentran familia?

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El total de los menores presenta características especiales de salud, psicológicas o sociales.

La cifra de adopciones está estancada desde la última década, con un promedio de 1.300 casos al año.

Todas las personas mayores de 25 años pueden solicitar la adopción de un menor en Colombia. Adultos casados, solteros, homosexuales y heterosexuales, sin distinción, tienen la facultad de aplicar al proceso y acoger a uno o varios niños, niñas o adolescentes en su hogar.

Eso sí, deben ser idóneos moral, social, física y mentalmente, y cumplir con una serie de requisitos que demuestren que pueden garantizarle los derechos fundamentales al infante y asegurarle unas condiciones de vida dignas.

No obstante estas cláusulas, según el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), el número de solicitudes aprobadas actualmente ronda el 98 por ciento. Pero a pesar de esta tasa, la cifra de adopciones se ha mantenido estancada desde la última década.

¿Qué niños están en adopción y por qué?

Para que un niño se declare en condición de adoptabilidad, la entidad establece previamente que sus familiares biológicos no tienen la capacidad de amparar sus necesidades y proteger sus derechos. Diversos factores confluyen en esta decisión; los más comunes son abandono, violencia, consumo y hechos delictivos.

Con corte a octubre, en Colombia hay 4.236 niños que, tras considerarse vulnerado su derecho fundamental a tener una familia, esperan ser adoptados. Anualmente la cifra de adopciones promedia entre los 1.000 y 1.300 casos, y aunque no es un número menor, sí podría ser más alto.

De hecho, en los noventas, la media anual ascendía a 2.500 y 3.000 adopciones. Este rango se mantuvo hasta 2011, pero al año siguiente se redujo abruptamente a la mitad. A pesar de incluirse modificaciones en las políticas que han agilizado su trámite, desde esa fecha hasta la actualidad no se han presentado aumentos relevantes.

En efecto, la Ley 1878 de 2018 establece un término para las solicitudes de adopción. Esta norma le da una mayor celeridad ya que delimita tiempos concretos en el proceso, impidiendo que los casos permanezcan engavetados durante años.

Sin embargo, la lista de espera sigue siendo una de las razones que impide que más personas o familias se animen a acoger a un menor. Se tiene la idea que los niños pueden tardar hasta cinco años en ser entregados, lapso que genera incertidumbre en los nuevos padres.

Este imaginario fue desmentido por una pareja colombo-sueca que realizó la petición a finales de febrero de este año y están por finalizar la fase administrativa. Ya tienen asignado el menor y se han hecho los primeros acercamientos. Aseguran estar “sorprendidos con la proactividad del Instituto e ilusionados con la llegada de un nuevo miembro a su familia”.

“Hemos visto una prontitud en el procedimiento que nos tiene anonadados. Este factor envía un mensaje positivo para que más niños puedan recibir el amor de una familia.”

Samuel López, abogado de la ONG Adelante Colombia -colectivo que está intermediando la solicitud de los extranjeros ante el ICBF-, afirma que ni siquiera la pandemia ni las movilizaciones sociales de principios de año han entorpecido el proceso.

“Hemos visto una prontitud en el procedimiento que nos tiene anonadados. Este factor envía un mensaje positivo para que más niños puedan recibir el amor de una familia y sus oportunidades para reintegrarse socialmente se multipliquen”, comenta el abogado.

Otra de las aristas que se anuló con la modificación a la Ley fue la búsqueda de un familiar de hasta el sexto grado de consanguinidad, antes de declarar al menor como “adoptable”. “Si bien tenía un propósito noble al permitir que el niño se criara con parientes, en la práctica lo exponía a una serie de peligros al forzar su convivencia con personas que no conocía”, puntualiza López.

Perfiles de menores más buscados por los padres adoptivos

Pero aún con estos cambios en el trámite -que se contemplaron con el propósito de que cada vez más niños crecieran en el seno de una familia-, las cifras siguen estáticas. Para Lina Patricia Rodríguez, subdirectora de adopciones del ICBF, esto no tiene que ver con las políticas públicas o el trabajo de la entidad, sino con los requisitos de los solicitantes.

“La pregunta del común es ¿por qué si tienen tantos niños para adoptar, no se designan de una manera más célere? Esto es un reclamo injustificado, puesto que no depende de nosotros sino de las condiciones de quienes se postulan. Una persona puede durar un buen tiempo en espera de la asignación de un menor si no abre sus condiciones a niños con características especiales“, asevera la funcionaria.

Las peticiones más frecuentes a la hora de adoptar es que sea un niño pequeño, sano y sin antecedentes, explica la subdirectora. Sin embargo, de los 4.236 adoptables, ninguno cumple con estas exigencias. “Todos son mayores de 10 años, con situaciones médicas o secuelas psicológicas. También hay grupos de hermanos que deben ser acogidos juntos”, agrega Rodríguez.

Dentro de las condiciones médicas se encuentran menores con parálisis, hidrocefalia, microcefalia, VIH, problemas graves de conducta o de aprendizaje y trastornos generalizados del desarrollo. Por estas predisposiciones, y de acuerdo a su severidad, son ellos quienes deben esperar a que una persona o familia pueda y quiera recibirlos.

Si ningún colombiano desea acoger infantes con los perfiles que tenemos, no se les puede cerrar la posibilidad a que tengan un hogar.

Cabe resaltar que el país tiene un principio de subsidiariedad de acuerdo a la Convención de La Haya para que familias extranjeras puedan adoptar en Colombia. Aun así, establecieron una cláusula en la que se prefieren los solicitantes colombianos para preservar el legado cultural.

“Los niños deberían quedarse en Colombia. Pero si ningún colombiano desea acoger infantes con los perfiles que tenemos, no se les puede cerrar la posibilidad a que tengan un hogar, y en ese caso se le asignan a una familia extranjera”, dice la subdirectora de adopciones del ICBF.

Familias como la colombo-sueca que está terminando los trámites, o estadounidenses, italianas y españolas, que son las nacionalidades que más se leen en los formularios de adopción.

Precisamente, de los 1.036 menores adoptados el año pasado, 435 fueron entregados a extranjeros. Esto demuestra que, del total de solicitudes de familias colombianas, sólo el 48 por ciento tenía una apertura en las condiciones que permitió que el niño se quedara en el país.

A mayor número de adopciones, menos delincuencia

En el 2018, Adelante Colombia junto con la Fiscalía realizaron una investigación que estableció que más del 70 por ciento de los niños que crecían sin familia terminaban inmersos en redes delictivas y eran más propensos a ir a la cárcel, sufrir algún tipo de violencia y afrontar vulnerabilidades de todo tipo. Por esta razón, consideran la adopción como una herramienta de transformación social.

“Al intervenir en estos procesos estamos garantizando que un niño, una niña o un adolescente tenga un futuro digno”, señala el abogado Samuel López.

Este impacto también lo reconoce la subdirectora de adopciones del ICBF, quien manifiesta que en el seguimiento que como institución les dan a los menores después de ser adoptados – los cuales duran aproximadamente dos años -, se comprueban evoluciones físicas, mentales y de relacionamiento social muy significativas.

“Los cambios son impactantes. La adopción es regalarle a un niño una nueva oportunidad, permitirle que se sienta amado, mostrarle que existen personas que lo pueden acoger con su pasado y brindarle una nueva visión de la vida“, ratifica la funcionaria.

Sara Valentina Quevedo – Redacción El Tiempo

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