Evitar el efecto dominó

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Por: Núria Vilanova

La única manera de superar la crisis social y económica provocada por el coronavirus, que será más larga de lo inicialmente previsto, es salir juntos; sin que nadie se quede atrás. El instinto de supervivencia nos puede engañar. De nada sirve sobrevivir si no lo hace nuestro ecosistema de socios, inversores, clientes, proveedores. Todos cumplimos una función. Acordémonos del peligro de desaparición de las abejas. Es una realidad que tengo muy presente el ámbito empresarial, al frente de una consultora de comunicación y posicionamiento estratégico como ATREVIA y, en el ámbito institucional e internacional, como presidenta del Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica: o avanzamos juntos, o el efecto dominó nos afectará a todos.

Frenar ese proceso implica situar en primer plano el interés general. Hallar salidas que sean buenas para nosotros y para los demás. Si antes de la pandemia ya era necesario frenar a la desigualdad, hoy lo es más aún. Como afirmaba un experto en estrategias empresariales, estamos ante el fin de los llaneros solitarios. Nos adentramos en un tiempo en que será más importante que nunca ser solidarios y construir alianzas. Y eso implica compartir soluciones, pero también repartir el coste económico, social y, también, emocional de algunas decisiones que no quedará más remedio que adoptar.

Los primeros que deben asumir este planteamiento son los gobiernos. Deben huir de populismos y proteccionismos, culpando al resto del mundo de sus problemas. Una receta que solo genera pobreza y conflictos. Por el contrario, los Estados solidarios con otros países tienen más posibilidades de salir en mejores condiciones. Es lo que ha hecho la Unión Europea creando un fondo de 750.000 millones de euros para facilitar la reconstrucción de los países miembros y de los que España recibirá 140.000 millones a través de diversos programas.

Del mismo modo, los gobiernos deben ser solidarios con el tejido productivo, es decir, con los empresarios, verdadero motor de la reconstrucción. Además de facilitar créditos que eviten cierres, se trata de apostar por ellos, de confiar en su capacidad para generar riqueza y empleo, sin recelos y con unas reglas del juego estables. Iniciativa pública e iniciativa privada deben caminar juntas complementándose, no en paralelo y duplicando estructuras, y eso es especialmente necesario en sectores como sanitario, sometido a especial tensión estos meses.

También es importante la solidaridad entre empresarios. A ningún país le conviene tener empresas fracasadas. Por ejemplo, en España se lanzó una iniciativa en la que se unieron las empresas de refrescos y cervezas para ayudar a los bares y restaurantes en su reapertura, financiando compras, apoyando mejoras en la distribución y en otros aspectos. Y solidaridad de las empresas con sus trabajadores, flexibilizando horarios, facilitando el teletrabajo u ofreciendo formación para adecuarse al mundo digital. Pero también de los trabajadores con sus empresas, como los pilotos de Ryanair, que han aceptado una reducción de 20% del sueldo a cambio de minimizar los despidos.

Y, por supuesto, solidarios con la sociedad civil, como está actuando una coalición de empresarios colombianos para garantizar que el país acceda a la vacuna contra el nuevo coronavirus en condiciones de equidad e igualdad. Tenemos un enemigo común. Combatamos juntos sus efectos. El coste será menor y los resultados más eficaces. Si no lo hacemos, el efecto dominó nos acabará derribando. Evitémoslo.

 

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